Los ortodoxos luchan en Ucrania

La guerra no declarada entre Rusia y Ucrania ha tenido desde sus inicios una dimensión también religiosa.

30 DE ABRIL DE 2021 · 09:35

Un religioso ortodoxo participando en una marcha militar en Kiev con motivo del Día de la Independencia de Ucrania en 2019. / Wikimedia Commons,
Un religioso ortodoxo participando en una marcha militar en Kiev con motivo del Día de la Independencia de Ucrania en 2019. / Wikimedia Commons

La sociedad ucraniana está profundamente dividida entre quienes apoyan y quienes se oponen al curso nacionalista del actual gobierno. La división se ve mejor en las comunidades ortodoxas. Tres denominaciones ortodoxas compiten entre sí en el país: por un lado, la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú, con 11.000 parroquias reclamadas en el territorio ucraniano (casi un tercio de los 39.000 templos que tiene el patriarcado moscovita en total). Y por el otro, quienes se separan de esta denominación: la Iglesia Ortodoxa Autocéfala en Ucrania, separada de la iglesia madre en 1922 y reinstalada en Ucrania en 1990, que cuenta con alrededor de 1.200 capillas; y la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Kiev, una división nacida en 1992 y que reivindica como suya más de 4.200 iglesias.

Las tres iglesias reaccionaron ante el estallido de la hostilidad entre Rusia y Ucrania, en 2014, y a la guerra no declarada entre ambos países. El patriarcado moscovita se opone claramente a los partidos nacionalistas ucranianos y tiene opiniones generalmente prorusas. El de Kiev, por el contrario, apoya el nacionalismo ucraniano y expresa una fuerte oposición a la invasión rusa. De esta manera la guerra no declarada entre los dos países ha tenido desde sus inicios una dimensión también religiosa.

No es de extrañar que el gobierno ucraniano haya apoyado firmemente el surgimiento de una iglesia ortodoxa canónica nacional, alentando a todos los ucranianos a cambiar su membresía denominacional del Patriarcado de Moscú al de Kiev. De hecho, ya a finales de 2018, el Patriarcado de Kiev reclamó más de 7.000 parroquias en el país, muchas de ellas anteriormente bajo la jurisdicción de los ortodoxos rusos. También, el proceso de unificación entre la Iglesia Ortodoxa Autocéfala y el Patriarcado de Kiev se puso en marcha en vista de un posible reconocimiento internacional del segundo como una iglesia ortodoxa independiente. Además, se envío una invitación a todas las parroquias ortodoxas en el territorio de Ucrania para unirse a la nueva Iglesia nacional. Solo unos pocos obispos del Patriarcado de Moscú se unieron entonces al proceso. Por otro lado, los nacionalistas ucranianos comenzaron a ocupar capillas a la fuerza.

Con la decisión del Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, de conceder al Patriarcado de Kiev la plena autocefalia e independencia eclesial, el 6 de enero de 2019, con la entrega de un decreto (el llamados Tomos) al obispo metropolitano Epifanio I de Ucrania, la relación entre las dos denominaciones ortodoxas se han vuelto insoportablemente tensas. Ambas partes se acusan mutuamente de violar los principios religiosos ortodoxos siendo simplemente adeptos de sus sistemas políticos.

El nuevo obispo metropolitano de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, Epifanio I, ha llegado a calificar  al Patriarcado de Moscú como “el último puesto avanzado de Vladimir Putin en Ucrania” . Las reacciones de Moscú han sido igualmente duras, dejando muy poco margen para el compromiso.

En las semanas posteriores a la independencia de los ortodoxos ucranianos, más de 70 iglesias se unieron al Patriarcado de Kiev. La prensa rusa ha pedido una fuerza masiva y los observadores independientes apoyan esto. Yo mismo he sido testigo de esta situación de superioridad. En un número de casos cada vez mayor, los nacionalistas entran en el edificio de la iglesia, obligan al sacerdote a salir de ella y traen consigo a sus propios párrocos pro-ucranianos. Legalmente esto es un crimen. Pero las autoridades ucranianas han dejado que esto sucediera. Las tensiones se intensifican literalmente a diario por los nacionalistas locales que expulsan de sus iglesias a los sacerdotes leales a Moscú, interrumpen brutalmente el culto en capillas y monasterios y reclaman la propiedad del templo para el Patriarcado de Kiev.

En Ucrania, la propiedad de la iglesia pertenece legalmente a la congregación local. La administración de la iglesia central tiene poco que decir si los miembros de una iglesia local deciden cambiar de denominacón. Y dado que las membresías en el mundo ortodoxo rara vez están claramente definidas, la infiltración de asaltantes es un cuestión simple. Los cambios recientes en el patrón de registro de la membresía de la iglesia local han aliviado un poco la situación, pero ahora se han multiplicado los actos violentos de toma de posesión por la fuerza.

Independientemente de cómo uno vea los acontecimientos actuales en Ucrania, la violencia en torno a las parroquias ortodoxas del Patriarcado de Moscú no es aceptable. Es claramente una violación del derecho ucraniano e internacional. Observando el panorama completo en el país, la actitud rusa en las fronteras de Ucrania es también una reacción a las acciones ilegales de los nacionalistas hacia las capillas ortodoxas moscovitas, y la estrecha relación del gobierno federal ruso con el Patriarcado de Moscú produce acciones políticas y militares. Detener las provocaciones diarias por parte de los nacionalistas ucranianos contra el Patriarcado de Moscú ampliaría las posibilidades de reconciliación y paz.

EEA: “Los ortodoxos rusos y ucranianos están en constante lucha por la superioridad”
La Alianza Evangélica Europea (EEA, por sus siglas en inglés) ha publicado un breve comunicado llamando a orar por la situación en la frontera Este ucraniana. “Estamos profundamente preocupados por el renovado incremento de la tensión entre Ucrania y Rusia en la región del Donbás”, dicen.

Además, también han recordado la situación de especial vulnerabilidad que sufren las minorías religiosas, como los evangélicos, ante la predominancia de las iglesias ortodoxas dominantes en cada país. “Los grupos de fe minoritarios, incluidas las comunidades evangélicas, no pueden registrarse ni se les permite realizar actividades. La Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Ortodoxa Nacional Ucraniana están en constante lucha por la superioridad”, lamentan.

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