Reflexiones sobre la Encuesta Europea de Valores: entrevista al profesor David Voas

La creciente diversidad cultural va en contra de las creencias tradicionales. El factor crítico es el grado de implicación religiosa que se transmite a la generación más joven.

  · Traducido por Rosa Gubianas

28 DE JUNIO DE 2021 · 20:50

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Foto de Kévin et Laurianne Langlais en Unsplash CC.

El profesor David Voas es catedrático de Ciencias Sociales en el Instituto de Investigación Social del University College de Londres, donde gran parte de su trabajo se refiere al cambio religioso en las sociedades contemporáneas.

Ha sido presidente del Grupo Teórico de la Encuesta Europea de Valores (EVS, por sus siglas en inglés), responsable del desarrollo de los cuestionarios y miembro de su Comité Ejecutivo. Hasta hace poco era también el Director del Programa Nacional de la EVS para Gran Bretaña.

Hablamos con el profesor Voas sobre su trabajo en la EVS y le pedimos una reflexión sobre nuestro análisis de los datos de 2017-2020.

 

Jo Appleton: En los últimos diez años se han producido muchos cambios en Europa, tales como la crisis migratoria y el Brexit. En su opinión, ¿cómo han influido estos cambios en la secularización y la práctica religiosa?

David Voas: Los factores que actúan son muy similares a los que han estado operando durante varias décadas. Hay un crecimiento continuo de la competencia por el tiempo y la atención de la gente por parte de fuentes seculares, pero, por supuesto, cosas como los medios de comunicación social han despegado en gran medida. 

Hay una creciente diversidad cultural que va en contra del mantenimiento de las creencias y prácticas tradicionales; por ejemplo, el continuo crecimiento del individualismo y la libertad personal, así como el declive de la autoridad tradicional.

Además, creo que se ha producido un cambio continuo hacia las metas, los objetivos o, posiblemente, los valores que parecen más seculares que religiosos, por lo que algunas personas consideran que la Iglesia está desfasada en cuanto a la igualdad de género, la orientación sexual y la libertad reproductiva.

En opinión de algunos, [la Iglesia] ha sido ineficaz en prioridades como la protección del medio ambiente o la promoción de la justicia social. Los pronunciamientos sobre la moral no son bienvenidos en general y la iglesia carece de legitimidad debido a escándalos de diversa índole. Todo esto ha tendido a trabajar en la dirección de la secularización.

Es útil tener en cuenta que el laicismo es esencialmente un proceso generacional, por lo que no se trata de que la gente cuando llega a la vida adulta decida que ya no está interesada en ir a la iglesia, aunque eso también ocurre. 

El factor crítico es la medida en que la participación religiosa se transmite a la generación más joven. Hay un proceso muy lento, pero en cierto modo inexorable, de reemplazo generacional en el que los segmentos más antiguos de la población, más cristianos, mueren y son sustituidos por personas más jóvenes y menos religiosas.

Aunque es interesante e importante observar el pasado reciente, se trata de una tendencia a muy largo plazo, que refleja cómo ha cambiado la sociedad durante períodos de tiempo medidos literalmente en generaciones.

 

J.A.: Pensando en este aspecto longitudinal, ¿hay alguna tendencia dentro de los nuevos datos que le haya sorprendido?

D.V.: En general, diría que es lo que yo esperaba. Me gusta la forma en que la EVS ha distinguido la “asistencia frecuente” de la “asistencia constante” y ha señalado que en los países nórdicos se da el fenómeno de unos niveles muy altos de afiliación a las iglesias nacionales porque allí la gente considera que pertenecer a las iglesias del país forma casi parte de ser danés, sueco, noruego o finlandés, pero en realidad no son muy religiosos.

“Hay un proceso de reemplazo generacional en el que los segmentos más antiguos y cristianos mueren y son sustituidos por personas más jóvenes y menos religiosas”.

Por el contrario, países como Gran Bretaña, Francia o la República Checa tienen un núcleo mayor de asistentes frecuentes a la iglesia, pero también una mayoría que no asiste nunca.

 

J.A.: Hemos utilizado seis preguntas específicas del EVS en nuestro índice. ¿Hay alguna pregunta diferente o adicional que hubiera sido conveniente incluir dentro de los datos del EVS para ayudar a captar los cambios en la secularidad?

D.V.: Usted debe ser consciente que con estas encuestas transversales repetidas estamos más o menos obligados a copiar las preguntas que había la última vez porque queremos observar las tendencias. No quiero decir con esto que me gustaría ver preguntas completamente nuevas o diferentes; es más bien que en algunos casos  desearía ver versiones ligeramente mejores de las preguntas que tenemos.

Por ejemplo, no creo que una respuesta de sí/no para “¿cree en Dios?” capte la complejidad de las inclinaciones teístas de la gente. El Programa Internacional de Encuestas Sociales tiene una pregunta mucho mejor, con seis respuestas posibles que van desde “no creo en Dios” hasta “sé que Dios existe realmente y no tengo dudas al respecto”, con varios puntos intermedios, así que esa es una dirección que me gustaría seguir.

En cuanto a la pregunta sobre la religiosidad que se autodefine como “¿se considera una persona religiosa, no religiosa o atea convencida?”, a menudo nadie está muy seguro de cuál es la diferencia entre “no religioso” y “ateo convencido”, y mucho tiene que ver con la aceptación cultural de la etiqueta de ateo.

En Francia, esta aceptación es alta porque las personas se ven a sí mismas como ateas, pero puede ser muy baja en otros lugares, ya que incluso la gente poco religiosa rehúye una etiqueta de ateo que parece muy inflexible.

La pregunta más habitual en las encuestas sobre religión tendría que ser: “¿Se considera usted perteneciente a un grupo religioso y, en caso afirmativo, a cuál?”. No se incluye, y creo que es una decisión acertada, ya que las respuestas están sujetas a considerables diferencias transnacionales en cuanto a historia y cultura.

Como indicamos más arriba, en Escandinavia una enorme proporción de personas dice: “Sí, absolutamente, pertenecemos a la iglesia”, pero eso no es lo mismo que creer o practicar.

En otros países la gente está cada vez más contenta de decir: "Ahora no tengo religión”, pero eso no quiere decir que tengan menos inclinación religiosa o espiritual; sólo significa que es más fácil decir que no se tiene ninguna afiliación.

Reflexiones sobre la Encuesta Europea de Valores: entrevista al profesor David Voas

El profesor David Voas. / Vista Journal

J.A.: ¿Qué influencia cree que ha tenido la migración en las estadísticas respecto a las creencias y prácticas religiosas?

D.V.: Creo que, en primer lugar, aunque ahora tenemos unas minorías musulmanas importantes en Europa Occidental que han compensado hasta cierto punto el descenso de la religiosidad media, seguimos hablando de una proporción relativamente modesta de la población adulta, del orden del cinco al diez por ciento.

Además, los inmigrantes y las minorías tienden a estar infravalorados en las encuestas sociales, por lo que si se observan los datos no ponderados, su proporción es aún menor en las encuestas.

Un ejemplo del impacto de la población migratoria se ve con una pregunta del Programa de Encuestas Sociales Internacionales sobre la creencia en Dios. Los musulmanes son ahora una parte significativa de los que se identifican en el grupo más religioso o teísta.

“Las segundas y posteriores generaciones de musulmanes son más o menos iguales en términos de religiosidad que sus padres, pero parece haber mucha más dispersión”.

Así, en países como Gran Bretaña, representan algo así como una cuarta parte de las personas firmemente teístas, aunque sean una pequeña parte de la población. Dicho esto, aunque sean realmente muy diferentes, no van a influir mucho en la media general.

Además, debido a que los gobiernos se preocupan ahora por la cohesión social y la adaptación religiosa, la existencia de esta importante minoría ha hecho que la religión pase a primer plano de una manera que, de otro modo, no habría ocurrido. 

Las segundas y posteriores generaciones de musulmanes son más o menos iguales en términos de religiosidad media que sus padres, pero parece haber mucha más dispersión de creencias y prácticas que con sus padres.

Simplificando mucho, en cierto modo sus padres trajeron consigo las prácticas y la visión del mundo de sus países de origen, que eran todas bastante estándar. Tras el asentamiento, la siguiente generación muestra mucha más diversidad, con algunos que son muy seculares y actúan igual que sus compañeros, pero hay otros que se vuelven muy devotos y se van al otro extremo.

A lo largo de mucho tiempo, yo esperaría que estuvieran sometidos a las mismas fuerzas secularizadoras que todos los demás, pero, por supuesto, está por ver.

 

J.A.: ¿Es posible que a veces la experiencia de pertenecer a una minoría hace que la gente se aferre más a su fe?

D.V.: Sin duda, existe una especie de mecanismo de defensa etnorreligioso en el que, precisamente por la relevancia de esa identidad religiosa, se ven empujados a afirmarla e incluso a practicarla como forma de defender su identidad y el grupo al que pertenecen.

Está por ver hasta cuándo se producirá este tipo de fenómeno, pero depende en gran medida de lo que haga la sociedad en general para asimilar o integrar a estos grupos.

 

J.A.: ¿Menciona que los inmigrantes y las minorías tienden a ser subestimados en las encuestas? 

D.V.: En términos de encuestas sociales, como resultado de la desventaja, muchas minorías religiosas suelen ser difíciles de alcanzar por varias razones. Puede que no estén en las listas que se utilizan como marcos de muestreo o que no estén disponibles o dispuestas a ser encuestadas.

En muchos casos puede haber una barrera lingüística. Las agencias de encuestas sociales son muy conscientes de ello y, normalmente, los datos recogidos se ponderan para que se conviertan en la parte adecuada de la población.

Pero no debemos pasar por alto el hecho de que los musulmanes, por ejemplo, que logran incluir en su encuesta, pueden no ser representativos de toda la comunidad, por lo que la ponderación no es una panacea.

 

J.A.: También hemos detectado que Alemania, en particular, parece ser un poco atípica. ¿Tiene alguna opinión al respecto?

D.V.: Sí, aunque no estoy seguro de que sea muy satisfactoria. La impresión que tenemos de otras fuentes es que las tendencias de la antigua Alemania Occidental son muy similares a las que se observan en el resto de Europa Occidental.

La antigua Alemania del Este era posiblemente el país menos religioso del mundo. Aunque la participación religiosa ha aumentado un poco, dudo que sea lo suficiente como para elevar la media de todo el país de forma significativa.

Su tabla de clasificación de la secularidad para la anterior tongada de la EVS situaba a Alemania en el número dos, lo que me parece sorprendente. El último puesto, el noveno, parece más acorde con lo que yo esperaría, así que si se trata de un error de la encuesta, creo que es la primera la que exageró la secularidad y no la actual la que sobreestima la religiosidad.

“Con la Covid-19, la gente se ha visto obligada a reflexionar sobre lo que es importante”.

La Encuesta Social Europea, de carácter bienal, pregunta por la religiosidad autoevaluada. En Alemania, ésta ha subido y bajado en las últimas dos décadas y, de hecho, el valor de la encuesta más reciente de 2018 es el más bajo que ha habido nunca en Alemania, aunque no por una cantidad enorme.

Realmente no hay evidencia en la Encuesta Social Europea de que la religiosidad haya subido en la última década, así que creo que a primera vista probablemente estemos viendo algún tipo de error en los resultados de la EVS.

 

J.A.: Ha dicho que la mayoría de los datos se recogieron entre 2017 y 2019. Obviamente, en 2020 todo cambió y el mundo se puso al revés. ¿Cuál cree que será el impacto de la Covid-19 en los valores de la gente?

D.V.: En cuanto a los valores, la gente se ha visto obligada a reflexionar sobre lo que es importante. Se podría argumentar que esto conducirá a un estallido de hedonismo, ya que todo el mundo saldrá y tratará de recuperar el tiempo perdido viajando, divirtiéndose y disfrutando de todas las maneras que no han podido hacerlo durante el último año.

Por supuesto, muchas personas también se han enfrentado a pérdidas agudas de contacto con la familia, los amigos y la comunidad en general. Es posible que en cierto modo redescubran la importancia de la familia y la comunidad.

Si uno fuera cínico, podría decir que siempre hay una tendencia en estos momentos extremos a pensar: “La vida nunca volverá a ser la misma, y me aseguraré de hacer X,Y y Z tan pronto como pueda”, pero seis meses después volvemos a estar sentados frente al televisor.

Opino que es una cuestión interesante e importante y, aunque creo que habrá algunas repercusiones a largo plazo, es muy difícil predecir cuáles podrían ser.

 

Este artículo apareció por primera vez en la edición de mayo de 2021 de Vista Magazine.

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