La humildad de Helmut Schoen

Uno de los mayores problemas en la mente de muchas personas es su soberbia: se creen mejores que nadie.

29 DE ENERO DE 2014 · 23:00

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Helmut Schoen.

Helmut Schoen, el entrenador alemán, es el único, junto al español Del Bosque, que ha ganado el campeonato de Europa y el del mundo con la selección de fútbol de su país. Todos los que le conocieron dicen que era alguien amable, un ejemplo como deportista. Entrenador humilde y sencillo al que no le gustaba la arrogancia a pesar de ser uno de los mejores de la historia. Incluso cuando perdió con Alemania la final del campeonato mundial celebrado en el año 1966 contra Inglaterra (de una manera un poco “injusta”, con un gol “fantasma” que no entró, creo que todos lo recodáis), al final del partido simplemente dijo: “Mejor ser un buen segundo que un mal primero”. Hace ya muchos años que en la Biblia están escritas estas palabras: "Quien cree ser algo no siendo nada, a sí mismo se engaña". Uno de los mayores problemas en la mente de muchas personas es su soberbia: se creen mejores que nadie. No importa el tema de que se trate, siempre hay alguno que lo sabe todo. Son personas especializadas en hablar de sí mismas: no puedes estar cinco minutos con ellas sin que expliquen lo último que han estado haciendo o lo próximo que van a hacer. Parece no haber nadie en el mundo tan importante y, sin embargo, no son nada. Es una lección difícil de aprender. La humildad no tiene muy "buena prensa". A pocas personas les gustaría recibir el calificativo de "humildes", porque parece que hasta suena ofensivo. Y sin embargo, Dios ensalza a los humildes y resiste a los soberbios. Es normal, no hay nada peor para acercarse a Dios, que ir de una manera orgullosa. En el fondo, todo es un problema de decisiones equivocadas: ¿quién es el dueño de nuestra vida? ¿Quién toma las decisiones? ¿Quién está en el "trono" de nuestro ser? En el último libro de la Biblia, leemos que Jesús está en el trono del cielo, y esa es la razón por la que allí todo funciona perfectamente y está lleno de gloria. Si nosotros somos los dueños de nuestra iglesia, de nuestro trabajo, de nuestra familia; o si creemos que somos los mejores y tomamos todas las decisiones, nuestra vida será un fracaso. Y la de los que nos rodean también. Creer que uno es mejor que nadie. Pensar que somos más importantes que otros. Afirmar que tenemos derecho a dominar nuestra vida y la de los demás... Grave peligro ¡situación mortal de necesidad! Cuando nos creemos así, estamos al borde del abismo. Cuando nosotros nos sentamos en el trono, el suelo comienza a tambalearse.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - La humildad de Helmut Schoen