“Volver a reunirnos es enriquecedor”

Algunas iglesias evangélicas ya han celebrado sus primeras reuniones tras el confinamiento. Las medidas de seguridad no han opacado la alegría de estos primeros encuentros.

Daniel Hofkamp

05 DE JUNIO DE 2020 · 18:06

Culto dominical en la Iglesia Protestante de Salou. / Josué García,
Culto dominical en la Iglesia Protestante de Salou. / Josué García

A medida que las fases de desconfinamiento avanzan en toda España, las iglesias evangélicas van retomando la actividad en los lugares de culto, que han permanecido cerrados durante casi tres meses.

Mientras la mayoría continúa con sus actividades de culto redirigidas al mundo virtual, la reapertura se produce todavía con estrictas medidas de seguridad: distancia social, uso de mascarillas y gel hidroalcohólico, medidas de limpieza reforzadas o la brevedad de la reducción de horarios y actividades aparecen como soluciones para llevar adelante estos primeros encuentros en medio del estado de alarma.

 

Alegría

Los pastores de tres iglesias locales que ya han vuelto a reunirse han destacado la utilidad de disponer de un protocolo claro con las medidas de seguridad, el buen seguimiento que la congregación ha realizado del mismo y, por supuesto, la alegría de volver a verse, a pesar de las mascarillas y la imposibilidad de darse un abrazo.

“Nosotros abrimos el primer día que se permitía -17 de mayo-, y muchos hermanos compartieron con gozo el que se pudiera reabrir de nuevo”, cuenta Aurelio Esquembri, anciano de la Asambleas de Hermanos Iglesia Evangélica Vista Alegre en Murcia. “Realmente, “fue un culto especial”. Es interesante que antes del confinamiento, acabábamos de estudiar Esdras y Nehemías, así que, sabíamos lo que representaba volver del exilio”, añade.

"Una vez que comenzamos a escuchar cantar a los hermanos, supimos que valió la pena abrir"

También han celebrado su primera reunión, en Lugo, la Iglesia Buenas Noticias que pastorea Marcos Zapata. “Ha sido una experiencia muy enriquecedora, sobre todo por tres elementos que se dieron: El primero, el ver a los hermanos y sentir la cercanía y el cariño, más allá de las pantallas del ordenador. El segundo fue el poder adorar juntos… Una cosa es escuchar un mensaje por internet, pero la adoración comunitaria es insustituible. Y en tercer lugar, porque este domingo pasado tuvimos la visita de una persona, gallego, vecino de la ciudad, que entregó su vida al Señor -expresa el pastor-. Así que no puedo más que estar agradecido al Señor por lo increíble que es”.

En Salou, la Iglesia Protestante que pastorea Josué García ha tenido su primer encuentro presencial este pasado domingo, “una experiencia bastante más agradable de lo que preveíamos”, dice Josué. “La idea de congregarte con mascarilla, sin besos y abrazos, sin escuelas dominicales, cafés, no era la más atractiva, pero una vez que comenzamos a escuchar cantar a los hermanos sabíamos que había valido la pena abrir. La idea era que si nos teníamos que acostumbrar a una nueva normalidad, lo mejor era empezar poco a poco”.

 

Equipamiento y preparación

Para desarrollar este primer encuentro, estas tres iglesias han ideado protocolos propios, ayudándose de las recomendaciones del Gobierno y de la Federación evangélica Ferede, que durante el último mes ha producido varios documentos para ayudar a las iglesias en la implementación de las medidas exigidas por las autoridades.

La Iglesia Buenas Noticias de Lugo preparó un protocolo de seguridad e higiene, al que han añadido “un documento de aceptación de dichas medidas. Son 16 puntos que toda persona que viene a la reunión debe aceptar de antemano. La asistencia se confirma vía telemática y ahí se acepta dicho documento”. En cuanto a las normas: mascarillas, toma de temperatura, uso de gel hidroalcohólico, distanciamiento físico… “Todas las personas hemos aceptado, sin ningún problema, las nuevas condiciones, estableciéndose un buen ambiente de comunión, a pesar del distanciamiento de las sillas”, expresa Zapata.

En el caso de la Iglesia Protestante de Salou, los ujieres toman un papel relevante tanto a la entrada como a la salida de la celebración de la reunión. “Abrimos la Iglesia un poco antes para una entrada escalonada. La mascarilla es obligatoria. Desinfectamos suelas y manos, tomamos la temperatura y acomodamos a las personas o familias en las sillas guardando las distancias. Los que estamos en la plataforma sin mascarilla guardamos una distancia de hasta 6 metros de las primeras sillas. La empresa de limpieza hace a posteriori la desinfección del edificio”, enumera Josué García.

En Murcia, Aurelio Esquembri explica que han trabajado arduamente para seguir el protocolo realizado por Ferede, “calculando el aforo permitido, tomando las medidas de seguridad que sanitariamente se pedían; dando instrucciones a las personas que ya servían de ujieres, para explicarles el protocolo a seguir desde ese momento; desinfectando el local de reuniones; anunciando en el exterior del local que íbamos a abrir, pero con todas las medidas y con el aforo permitido; explicando a todas las personas que asistían cómo se iba a proceder con la reapertura”.

Es importante, insisten, que las personas que asistan a la reunión estén preparadas. “Intentamos no dejar ningún cabo suelto. Fueron semanas de oración, de leer con detenimiento los documentos de Ferede, y de mandar muchos comunicados vía WhastApp a los hermanos y asistentes a las reuniones. Gracias al Señor, podemos decir que hasta aquí, el Señor nos ha ido ayudando”.

 

Aplicando lo aprendido

Durante el confinamiento, la mayoría de iglesias han continuado realizando reuniones virtuales, aprovechando la tecnología y aplicaciones como Zoom, Skype, Youtube o Facebook. Algunas de estas experiencias parece que seguirán presentes en la vida de la iglesia en el futuro inmediato.

Muchas iglesias han experimentado con la tecnología y ahora se plantean continuar reforzando su presencia en Internet

“Vamos a integrar las herramientas de reuniones online durante un tiempo. Tenemos grupos pequeños y éstos serán a partir de ahora híbridos, es decir, habrá gente que se reúna presencialmente y otra online, dentro del mismo grupo. También podremos integrar formación de liderazgo y de seminario a través de las reuniones no presenciales, lo cual facilita la gestión del tiempo y una mayor participación de la congregación”, explica Marcos Zapata, cuya iglesia también está realizando actividades online para niños y jóvenes y seguirán retransmitiendo la reunión dominical en directo “para que los hermanos que no pueden asistir” puedan estar de alguna forma presentes.

Aforo limitado, mascarillas y distancia física, algunas de las características de la reunión dominical en estado de alarma. / Josué García

Aforo limitado, mascarillas y distancia física, algunas de las características de la reunión dominical en estado de alarma. / Josué García

En el caso de la Iglesia Protestante de Salou, procurarán también integrar las posibilidades de conexión con las actividades presenciales, aunque reconoce que “necesitamos tiempo para evaluarlo”. “Es difícil elegir entre la mayor cantidad de conexiones que tenemos online (por ahora) y la importancia de congregarse presencialmente (menos distracciones y una comunión más palpable). Pero, probablemente las reuniones semanales seguirán teniendo un carácter híbrido donde serán presenciales y telemáticas al mismo tiempo”, algo que puede “favorecer la participación”.

En Murcia, Aurelio Esquembri comparte la misma sensación de cambios que “han venido para quedarse”. Aunque para él, lo más importante son los cambios que se pueden producir en la iglesia a nivel espiritual. 

"Es tiempo de despertar y predicar de Cristo"

“Una de las cosas que más ha cambiado es la sensación de “privilegio”, de “aprovechar el tiempo”, de lo pasajero de esta vida, y que no podemos perder un minuto en dejar de predicar a Cristo. A muchas personas esta situación les ha hecho ver lo “real” que es la muerte, y a otras quizá no. Pero es el tiempo en el que la Iglesia se tiene que despertar de su letargo, y salir a predicar de Cristo”, expone Esquembri. 

Ahora que empezamos a afrontar la reconstrucción en muchos ámbitos, también puede ser la oportunidad de pensar en la reconstrucción de la iglesia. “Durante este tiempo, ha habido una sensación que ha ido en aumento en mi vida: el Espíritu Santo va a tener que “reconstruir” muchas iglesias, y no me refiero a los locales precisamente -concluye Aurelio Esquembri-. Son tiempos en los que toca perseverar y poner la mano en el arado, sin mirar atrás”.

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