“Si el Nou Hospital Evangèlic tuviera que definirse ante la Ley de eutanasia, objetaríamos”

La entrada en vigor de la norma representa un reto especial para las instituciones sanitarias confesionales, que como tales no pueden declararse objetoras de conciencia.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 05 DE JULIO DE 2021 · 11:00

Imagen del edificio actual del Non Hospital Evangélico, en Barcelona. / Pere López Brosa, Wikimedia Commons,
Imagen del edificio actual del Non Hospital Evangélico, en Barcelona. / Pere López Brosa, Wikimedia Commons

La ley de eutanasia en España es ya una realidad después de su entrada en vigor, el pasado 25 de junio. Algo que ha cogido a muchas instituciones sanitarias confesionales en pleno proceso de reflexión sobre cómo abordar la nueva normativa.

Desde el ámbito católico, diversas instituciones sanitarias han emitido un manifiesto en el que manifiestan su disconformidad con la norma y aseguran que no la aplicarán. “Acelerar la muerte nos parece un daño irreparable que no estamos dispuestos a infligir a nadie”, puede leerse en el texto que firman la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, la Orden de Religiosos Camilos en España, los Hospitales Católicos de Madrid, la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y la Federación Nacional LARES.

Para el Nou Hospital Evangèlic, la entrada en vigor de la ley también ha supuesto un reto, aunque lo enfocan desde una reflexión diferente. En una entrevista concedida a Protestante Digital, el presidente del patronato de la entidad, Francisco Mira, la gerente del hospital, Reyes Gualda, y el referente y miembro del Comité de Ética de la institución, Higini Cortés, explican que “la ley que nace con una cierta precipitación” y que eso les está causando “un poco de estrés en la organización”, pero también señalan que puede ser una oportunidad. “El proceso es tan reflexivo que también permite una oportunidad para ayudar y acompañar lo mejor posible en ese momento de final de vida. Evidentemente, no elegiríamos esta ley, pero el acompañamiento es algo que los profesionales de nuestro hospital ya hacen y ahora se pone mayor responsabilidad en ese acompañamiento”, dicen.

 

Pregunta: ¿Cómo estáis viviendo la aplicación de la Ley de eutanasia?

Francisco Mira: En este momento es un reto. Es cierto que ya llevamos tiempo con este asunto y que la ley no es algo reciente, sino que se viene trabajando. De hecho, la Alianza Evangélica Española ya sacó en 2018 un comunicado y más recientemente un documento elaborado. Ahora el reto es la aplicación de la ley, que ya está promulgada. A nosotros no está suponiendo una reflexión acerca de nuestra situación. Eso nos ha hecho ir viendo algunos aspectos que tienen que ver más bien con cómo combinamos la aplicación de la norma con nuestros valores. En ese sentido, está siendo un reto.

La posición del Nou Hospital Evangèlic se identifica con todos los trabajos y documentos publicados por la Alianza Evangélica Española hasta ahora. Somos un hospital evangélico y nuestros valores no han cambiado ni lo van a hacer. La cuestión es que ahora llega una ley concreta y dice que las entidades son transparentes, es decir, no se contemplan la posición ni los valores de las entidades. El peso se pone en los profesionales y el personal del hospital no está formado únicamente por profesionales evangélicos. De hecho, estos son minoría en un sentido proporcional. Lo que supone un reto interno más. 

En cuanto a la ley y la posición general sobre la eutanasia, los responsables del hospital que velamos por cumplir los valores evangélicos nos identificamos con los documentos de la Alianza Evangélica Española, que son los que mejor reflejan el posicionamiento evangélico. Otro reto es el de analizar la ley y ver de qué manera, como hospital evangélico pero con una gran parte de personal no evangélico, tenemos que trabajar.

Higini Cortés: Como evangélicos hemos estado siempre preocupados por el tema de la vida. Personalmente desde 1989, cuando la Alianza Evangélica Española promovió las primeras jornadas de bioética. Desde entonces hemos estado trabajando dentro de lo que es nuestra cosmovisión. Sin embargo, algo que entendemos de una manera muy clara es que vivimos en el seno de una sociedad plural, por tanto siempre hay un conflicto de cosmovisiones éticas entre una ética de máximos, que es la que deseamos nosotros como evangélicos, y una ética de mínimos, que es la que vehiculan todos los gobiernos. Cada cosmovisión tiene su paraguas en el que entran todas las escalas de valores que consideran. En la mezcla de las diferentes cosmovisiones existe un subconjunto que es el de los mínimos aceptables en una sociedad, y esos no tienen que ver sobre la concepción personal de la vida, sino sobre la base de la justicia. Es decir, no se trata de lo bueno, sino de lo justo. En base a esto es que hemos analizado la ley.

"El hecho de trabajar los motivos por los que la persona solicite una eutanasia implicará una confrontación de valores".

Nosotros tenemos claro que obedecemos la ley de Dios y que la vida es un don de Dios. Pero en el momento en el que hay una ley, y esa ley abarca a toda la población, nosotros tenemos que aplicar la ley hasta el momento en el que llegue el conflicto. Cuando llegue, para nosotros prima la ley de Dios, y en ese momento, y como la ley lo contempla así, objetamos de conciencia. 

Lo principal es entender la ley, y creo que no se ha hecho suficiente pedagogía. Se habla mucho de la eutanasia en sí, pero no se toca el suicidio asistido, que también está contemplado en la ley. Debemos tener en cuenta que lo que hace la ley es despenalizar, no legalizar. Es decir, cualquier eutanasia que pudiese realizarse en el Estado español sin pasar los filtros que contempla la ley de despenalización, está sometida al Código Penal. Al analizar esta ley, como evangélicos, observamos que se trata de una norma garantista porque coloca muchos filtros. Hay tres pasos principales que atañen al médico responsable, al médico consultor y a la comisión de garantías, pero si esos tres pasos se analizan, vemos que se convierten en diez, porque el médico responsable tiene una acción con respecto al paciente pero ha de reflexionar con él, vivir con él, dar un tiempo, volver a hablar con él. Y si el proceso sigue adelante, pudiendo el médico rechazar la eutanasia, después se pasa a un médico consultor totalmente ajeno al equipo, especialista en ese tipo de enfermedades y que contempla todo aquello que se ha podido hacer respecto a la buena praxis médica. Debemos tener en cuenta que como buena praxis médica ahora tenemos la sedación paliativa terminal, la adecuación del esfuerzo terapéutico y el rechazo a un tratamiento eficaz. Todas estas medidas, hasta hace poco, no se contemplaban y ahora están extendidas. 

En todo ese proceso puede darse el rechazo a la eutanasia. Pero, aun así, lo vital aquí es el proceso de acompañamiento, y es lo que los hospitales deben fomentar y para lo que deben formar a su personal. Si lo vemos de forma piramidal, no es tanto cómo vamos a hacerlo, ni tampoco qué es lo que la persona quiere, sino el porqué lo quiere. Ese acompañamiento se inicia con el médico y debe abarcar a todo el equipo asistencial. El hecho de trabajar los motivos por los que una persona solicite una eutanasia implicará una confrontación de valores, y eso ayudará a que el paciente exprese sus valores. En ese momento quizá se pueda ver que lo que realmente se está pidiendo no es una eutanasia, sino una sedación, o que simplemente se siente solo y eso le ha hecho llegar a la conclusión de que su vida ya no vale la pena. Ahí es donde podemos ofrecer ayuda. 

Teniendo claro que la ley despenaliza, y no legaliza, y teniendo claro que se contempla la objeción de conciencia, entonces como evangélicos no tenemos problema.

Reyes Gualda: A nivel más práctico, el proceso de esta ley lo hemos vivido estando pendientes de las novedades que han ido surgiendo. Recuerdo que el procedimiento para que los profesionales se registren en el directorio de objetores de conciencia no se ha hecho público hasta hace muy poco. Hemos estado pendientes del desarrollo de la ley y eso es algo que ha generado un poco de estrés en la organización. También hemos realizado cursos de formación sobre la norma. Es una ley que nace con una cierta precipitación y a nivel de la organización del hospital la hemos intentado seguir dentro de lo posible. 

 

P: Pensando en la objeción que puedan realizar los profesionales del hospital, y en la posibilidad de que algún paciente pueda solicitar la aplicación de la ley, a corto plazo, ¿cómo esperáis que os afecte?

RG: Creo que los pacientes que nos puedan solicitar una eutanasia van a ser muy pocos. De hecho, este año no creo que vaya a haber nadie que lo haga. Y respecto a los profesionales, todavía es pronto. Algunos sí nos han asegurado ya que van a objetar. También creo que antes de abordar esas expectativas es necesaria la formación y realizar un debate en profundidad. La idea es hacer una oportunidad de esta situación, que puede ser concebida como un problema. El proceso es tan reflexivo que también permite una oportunidad para ayudar y acompañar lo mejor posible en ese momento de final de vida. Evidentemente, no elegiríamos esta ley, pero el acompañamiento es algo que los profesionales de nuestro hospital ya hacen y ahora se pone mayor responsabilidad en ese acompañamiento.

HC: Un aspecto que preocupa es quién puede solicitar la eutanasia. En la ley está regulado, por ejemplo en el supuesto de enfermedad terminal. Pero hay que dejar claro que solo la puede solicitar la persona. Es algo que debe pedir una persona capaz, coherente y que sea competente para poder hacerlo. No puede pedirse por representación. De ahí la importancia del documento de voluntades anticipadas, que en otros lugares se llama de instrucciones previas. Es relevante trabajar este documento para que todos, de la misma forma que testamos respecto a nuestro bienes, también lo hagamos conforme a nuestros valores, y además es vital el proceso de acciones previas a realizar. Es decir, en el momento en el que hay un diagnóstico, por ejemplo, de demencia o de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), ya se prevé que pueden haber distintas fases, y es importante que de forma autónoma, en diálogo con su médico responsable, la persona pueda acotar y señalar en qué estadio quiere tomar determinadas decisiones. Eso permitirá que el tutor legal amparado en el documento de voluntades anticipadas pueda tomar decisiones. Si no es así, no las va a poder tomar nadie. 

FM: Si el Nou Hospital Evangèlic tuviera que definirse, objetaríamos. Por nuestros valores no compartimos una ley como esta. Valoramos que se ponga el énfasis en la despenalización, y en cierto grado observamos la norma como menos agresiva que en otros países. Pero si tuviéramos que manifestarnos como entidad, objetaríamos. Lo que pasa es que la ley no nos lo permite. La institución es transparente y la responsabilidad pasa directamente al personal. Entonces, nuestra labor es la de formar a nuestro personal y conocerlo, esperando ver cuántos de ellos objetan por iniciativa propia. Si, llegado el momento, cada uno objetara, nosotros estaríamos plenamente identificados. Pero es importante comprender la ley y no quedarnos en el nivel de valores de ‘eutanasia sí’ o ‘eutanasia no’, sino ser rigurosos y comprender que esto afecta a nuestro día a día, que debemos ver las implicaciones y tomar las medidas para que nuestro personal y los pacientes que pasen por el hospital estén lo mejor asesorados para tomar cualquier decisión con las consecuencias y la trascendencia que tendría en este caso.

 

P: ¿Qué opinión tenéis del manifiesto que han firmado algunas órdenes religiosas?

FM: Creo que es muy interesante que haya surgido el manifiesto. Como decía Francis Shaeffer, en algunas cuestiones que tratan sobre valores y ética en la sociedad podemos ir de la mano con otros grupos, e incluso confesiones. El catolicismo romano en España es fuerte, y que haya surgido esta voz es algo positivo en un nivel esencial, porque el mundo secular y la política necesitan ver que hay una buena parte de la sociedad a la que le chirría este tipo de acercamiento a la cuestión de quién depende el final de la vida. 

Nosotros no hemos tomado todavía una decisión sobre si nos sumaremos o no, pero en principio vamos a ser cautos y prudentes. En primer lugar, porque el énfasis no se está poniendo en la institución. Y también porque lo que nos gustaría aquí, como evangélicos, es aprovechar este momento para hacer un manifiesto evangélico. 

Al leer el manifiesto de las órdenes religiosas, uno percibe que es muy diferente el lenguaje, la comunicación y el razonamiento católico romano del evangélico. Por eso creo que debemos realzar el perfil evangélico en la comunicación. De hecho, cuando leo el trabajo de la Alianza Evangélica Española me siento plenamente identificado, porque traza mucho mejor las líneas bíblicas y teológicas, y deberíamos aprovechar la ocasión para hacer un esfuerzo como evangélicos de levantar la voz y expresar por qué creemos que esta ley, y otras que puedan venir, no son conforme a la voluntad de Dios. 

"Es importante que los evangélicos nos apartemos de la instrumentalización que otros pueden hacer de la cuestión de la eutanasia".

También percibo que detrás del manifiesto de las órdenes religiosas están los juegos políticos. La polarización de la política en este momento en nuestro país es tremenda, y el peso específico de la sanidad católica es muy grande, como en la educación, y de alguna forma son también instrumentos políticos. Creo que es importante que tanto el hospital evangélico como nosotros, los evangélicos, nos apartemos de la instrumentalización que otros pueden hacer. No debemos ser ingenuos, sino sabios, y saber discernir en cada momento. La voz evangélica diciendo a la sociedad lo que creemos como tal debe ser fuerte.

Esta ley concreta hay que aplicarla y desarrollarla. Estamos hablando de la concreción de una norma que afecta a muchas personas y debemos ser muy sabios porque la misma palabra de Dios nos invita a ser respetuosos con la ley, siempre y cuando no contradiga la voluntad de Dios. Para nosotros como institución es todo un reto.

 

P: En el hospital hay un grupo de personas dedicado a asesorar específicamente en cuestiones como esta.

RG: Sí. El equipo que va a ser de apoyo para el resto de profesionales en este aspecto es el Comité de Ética, que es multidisciplinar e incluye desde la parte legal hasta la de dirección médica. El equipo está formado por ocho personas y también incluye al consejero espiritual. Quienes tienen que aplicar la ley, al final, son médicos y enfermeras. Este equipo tutelará, acompañará y preparará toda la formación de los profesionales.

HC: La formación para el acompañamiento es clave. Incluso en los hospitales aconfesionales existen los códigos éticos y deontológicos, y todos son relativamente simples porque cada uno de esos valores no recoge toda la sensibilidad de las personas que integran la profesión. Por eso, en todos los códigos nunca se exime de la responsabilidad a nivel individual. Por lo cual, al final la responsabilidad va a recaer siempre sobre la persona y sus valores. En este sentido es importante adquirir una formación para realizar el acompañamiento y plantear una reflexión a aquel paciente que quiere poner fin a su vida. Poder preguntarle por qué está pidiendo lo que pide y qué es lo que está pidiendo. Así, la mitad de las situaciones desaparecen. Por eso encuentro positivo que la ley contemple espacios de tiempo en distintas valoraciones, porque en el proceso de ayuda una persona puede cambiar de opinión. Exactamente igual que también contempla, en relación con el registro de profesionales objetores de conciencia, la objeción sobrevenida, que es aquella que se aplica a casos en particular. Es una ley que no es de mi gusto, pero dentro de las que existen sobre la eutanasia, es mejor que otras.

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