“No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

“Debemos trabajar para garantizar el derecho de la libertad religiosa y de conciencia, y esto no deja de ser un objetivo elevado y valioso”, dice la nueva directora de Asuntos Religiosos de Cataluña, Yvonne Griley.

Jonatán Soriano

BARCELONA · 05 DE NOVIEMBRE DE 2021 · 10:00

La directora de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Yvonne Griley, ha atendido a 'Protestante Digital' en una entrevista. / Jonatán Soriano,
La directora de Asuntos Religiosos de la Generalitat, Yvonne Griley, ha atendido a 'Protestante Digital' en una entrevista. / Jonatán Soriano

El anuncio de la llegada de Yvonne Griley (Barcelona, 1964) a la Dirección de Asuntos Religiosos se hizo oficial el pasado mes de junio. “Uno de mis principales objetivos es rehacer las relaciones” que se han distanciado por la pandemia, explica la nueva directora, que ha atendido a Protestante Digital en su despacho.

El de Griley es un perfil que conoce bien la institución, en la que ya se desempeñó como responsable de su gestión. Ahora, asume el rol de directora en un momento de florecimiento de la diversidad religiosa en Cataluña, lo cual también genera nuevo retos. “Es un reto en positivo, muy en la línea del carácter de una sociedad catalana que siempre ha estado abierta a convivir con gente de diferentes procedencias y culturas”, asegura.

Con un enfoque de trabajo que pone el énfasis en lo pedagógico, Griley asegura que disponen de mucha fuerza en este sentido, y “el reto es también cómo hacer llegar estos elementos de conocimiento a la población en general”.

 

Pregunta: Hace pocos meses de su nombramiento como directora de Asuntos Religiosos de Cataluña, una institución que ya conocía previamente. ¿Qué expectativas y objetivos definen su mandato en este momento?

Respuesta: Tuve la gran suerte de trabajar y compartir la creación y el desarrollo de esta Dirección General de Asuntos Religiosos, que comenzó siendo un secretaría general pero sin desarrollar. Era, más bien, una competencia que se incorporaba a la estrategia general del ‘govern’, con el señor Ignasi Garcia Clavel, y que luego, con el mandato de la señora Montserrat Coll, comenzó a desarrollarse como organismo de la Administración y, en consecuencia, desde el cual se podían dar servicios desde el punto de vista de la diversidad religiosa. 

Aquel momento fue fantástico porque es cuando se organizó la estructura conceptual y organizativa y se comenzaron a hacer los primeros convenios con las principales confesiones religiosas, y participar de aquella ocasión sirve de bagaje, después de unos años en los que hemos visto que las políticas que se han llevado a cabo desde la Dirección General de Asuntos Religiosos, a pesar de los cambios de gobierno, han convergido en una misma voluntad, que es trabajar por la cohesión social y cómo aportan las diferentes religiones su papel en esta cohesión.

“No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

La Dirección General de Asuntos Religiosos de Cataluña se creó en el año 2000. Griley será la séptima directora del organismo. / J. Soriano

Asumir ahora la responsabilidad de este organismo, después de todos estos años, es una satisfacción por ver, por un lado, que se ha mantenido esta voluntad estratégica originaria, y también que se cuenta con un equipo de trabajo especializado y vocacional, con el cual es un privilegio trabajar. Mis prioridades son, de entrada, seguir trabajando para ver de qué manera, desde el punto de vista de la diversidad religiosa, se puede seguir contribuyendo en la cohesión de una sociedad que pueda vivir en libertad este derecho de creencias propias y su ejercicio, y también, sobre todo teniendo en cuenta este pluralismo y el poco conocimiento que se tiene ahora por parte de la población general, hacer mucha difusión. Disponemos de muchas herramientas para hacer pedagogía de la diversidad, pero seguramente es necesario, y con la ayuda de las diferentes confesiones, invertir en difusión y pedagogía de esta diversidad y de su aportación a la convivencia y la paz social.

Lamentablemente, este último año y medio de pandemia ha incidido en el distanciamiento entre lo que es la Administración y su trabajo, y el día a día de las diferentes entidades religiosas. En este sentido, uno de mis principales objetivos es rehacer estas relaciones de diferente procedencia. Restablecer las relaciones y potenciar el conocimiento mutuo y el trabajo conjunto para conseguir este mensaje de cohesión que tiene que llegar a mucha gente, incluso más allá de lo que son las propias confesiones, también a la gente que no sabe si cree o no y, quizá, lo tiene que descubrir. 

 

P: La Dirección General de Asuntos Religiosos de Cataluña es una institución única en el conjunto del Estado español. No hay otro territorio que tenga una institución de estas características. Pensando en esto, ¿cuál diría que es el valor de este organismo para el conjunto de la sociedad catalana?

R: La sociedad catalana sabe desde hace muchos años, desde la migraciones internas de diferentes lugares del Estado español hasta la población reciente que está viniendo en las últimas décadas, que es una sociedad que siempre ha sido de acogida y que esto se tiene que gestionar. Es decir, que la Administración se tiene que poner al servicio de cómo evoluciona su población y cuáles son sus necesidades. El hecho de que una institución como la DGAR naciese, exista y siga trabajando responde a ese reconocimiento que merecen las personas de esos movimientos migratorios, juntamente con las propias, que a veces han tenido una historia escondida, como la comunidad evangélica. 

Igual que hay políticas del bienestar social, de la salud, de la educación, esto quiere decir que la Generalitat reconoce que en su población también es necesario trabajar por la diversidad en materia religiosa y de creencias, y que esto es un elemento de estrategia de cohesión pero también de gestión. El hecho de que exista esta Dirección General es porque hay un reconocimiento de que el punto de vista de la diversidad es necesario para todas las políticas sociales. Esto quiere decir que estamos trabajando como servicio al ciudadano y nosotros incidimos en lo que se hace en materia educativa, en la gestión de emergencias y protección civil cuando hay alguna manifestación religiosa en la calle, en la cuestión de los aforos en los centros de culto, que se ha visto mucho ahora con la Covid-19, y también en si los centros de culto están adaptados o no a las necesidades que la legislación específica o general exige. Todos estos son elementos de gestión que la Administración tiene como reto en materia de diversidad.

El planteamiento de la Administración es cómo podemos incidir en que los servicios generales tengan en cuenta la diversidad religiosa. Creo que, quizá en otras comunidades autónomas que no han tenido un volumen de migración tan grande a lo largo de la historia no se han planteado esta necesidad de atender los servicios sociales de la población en general desde este punto de vista de la diversidad religiosa. Aquí, sí.

 

P: En Cataluña, las minorías religiosas no han dejado de crecer en los últimos años. En el caso del protestantismo, por ejemplo, el último barómetro de la religiosidad señalaba que el 7% de la población catalana se identifica como protestante/evangélica, mientras que en el conjunto del Estado la cifra es del 2%. ¿Qué cree que hace que la diversidad religiosa haya crecido tanto en Cataluña?

R: Uno de los objetivos que tenemos con el barómetro es disponer de información actualizada. El trabajo que se ha hecho para disponer de un mapa de la diversidad de religiones y del número de centros de culto ya es un esfuerzo para conocer esta diversidad y estar al día. La otra herramienta que tenemos de análisis de la sociedad y de su estado es el barómetro. Así como del mapa de la religiones sí se puede dar fe al 100% de su fiabilidad, el barómetro no deja de ser una encuesta de opinión y, quizá, puede no tener el grado de fiabilidad que sí tienen otros elementos. Pero sí que nos ofrece una aproximación a cuál es el sentimiento de la población encuestada. Lo digo porque quizá ese 7% no es del todo fiable, pero sí es una orientación sobre cómo se siente la gente. Un 7% es mucho. De hecho, la comunidad evangélica es la segunda en presencia y en identificación de lo que es la población catalana.

Tras esto, podemos identificar, por un lado, el crecimiento de la población. Una parte del crecimiento de la población de los últimos diez años es población proveniente de Latinoamérica y es católica o evangélica, en sus diferentes denominaciones. Pensamos que esto ha podido hacer crecer el porcentaje de identificación confesional. También hay otro factor. Y es que, dada la historia de algunas confesiones que han sido reprimidas, en un entorno de libertad ideológica, la gente declara más su identidad. Quizá en los abuelos todavía vivos persiste un cierto miedo a identificarse con alguna de esas confesiones reprimidas. 

 

P: Esta diversidad cada vez mayor comporta retos también más grandes a la hora de gestionarla. ¿Cuál es la valoración del estado del pluralismo religioso en Cataluña y qué desafíos se identifican como los principales?

R: La valoración general es el reconocimiento. Desde la Generalitat hace años que se reconoce que la pluralidad y la diversidad en la población comporta también el reconocimiento de esta diversidad de creencias, algunas históricas y otras de más nueva llegada. Igual que con la población que a mediados del siglo XX vino a trabajar con sus familias, Cataluña es un país de acogida y siempre se ha definido así. Sus gobiernos han tenido muy claro que trabajar para la acogida de las personas que vienen de fuera era la base del mantenimiento de la paz social y de la convivencia. Igual que se pensó en materia laboral, también ha actuado en materia lingüística, trabajando siempre por la cohesión y la no disgregación. En este sentido, también creemos que la diversidad de creencias se tiene que basar en la aceptación y en que no haya en ningún caso una segregación de los servicios por parte de la Administración ni de los derechos en ninguno de los acontecimientos sociales, sean culturales o religiosos. 

Esto es todo un reto, pero creo que es un reto en positivo, muy en la línea del carácter de una sociedad catalana que siempre ha estado abierta a convivir con gente de diferentes procedencias y culturas. De una manera o de otra, es un enriquecimiento que, además, sigue la línea mundial y europea. En esto nos sentimos muy europeos. Los diferentes países del continente también son diversos desde el punto de vista religioso, intrínsecamente por su historia y por la inmigración. Y aquí también, por la historia de cómo se ha configurado este país y de cómo se sigue formando con la nueva población. Es un reto más dentro de esta línea de aceptación y acogida y debemos extraer todo lo positivo que pueda tener. Sobre todo teniendo en cuenta que la libertad de creencias es un derecho humano y fundamental, reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que lo recoge la Constitución española y el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Como tal, debemos trabajar para garantizar este derecho humano universal, y esto no deja de ser un objetivo elevado y valioso.

“No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

Griley ha comenzado su etapa reuniéndose con los representantes de diferentes confesiones religiosas, entre ellas la evangélica, para retomar las relaciones después de la pandemia. / J. Soriano
 

P: El gobierno del Estado español ha planteado la revisión con algunas confesiones históricas, sobre todo la Iglesia Católica, pero también en cómo relacionarse con las minoritarias. ¿Cómo es su contacto con la Subdirección General de Relaciones con las Confesiones y el seguimiento de este proceso?

R: Hace poco que ocupo la máxima responsabilidad en la Dirección General de Asuntos Religiosos y todavía no he comenzado los contactos con nuestros homólogos en el gobierno del Estado. Evidentemente lo tengo pendiente en mi agenda como relación estricta y directa de la Dirección General de Asuntos Religiosos con el Ministerio de Justicia. Esto sería por motivo del registro de entidades religiosas, del cual tenemos que hacer la gestión, y tenemos que participar también de algunas de sus actividades. He visto que esto es una materia pendiente. Lo que está escrito estatuariamente y los acuerdos que tenemos con ellos no se han desarrollado nunca y nos hace falta una conversación y el inicio de relaciones en este sentido para ver hasta donde podemos llegar. 

Sí tengo más conocimiento en materia de la asignatura de religión y del cambio de currículum impulsado por el gobierno del Estado, por la información que he recibido de los obispos católicos.

 

“Hemos trabajado y trabajaremos para disponer de recursos que estén al alcance y que incidan en la formación de niños y adolescentes en materia de diversidad religiosa”.

P: En el caso de la asignatura de religión, entiendo que Cataluña comparte la visión de quitarla del currículum escolar o darle otro lugar. 

R: Esta materia no es competencia de la Dirección General de Asuntos Religiosos, sino del Departamento de Educación, que es el que mantiene los contactos con el gobierno central al respecto. El ‘govern’ sí tiene muy claro que se tiene que vitar cualquier tipo de elemento que pueda hacer diferencias entre el alumnado. Que haya segregación en las aulas es un elemento con el que seguro se quiere romper. Sobre la materia de religión, no sé si con este cambio de currículum se está hablando de una materia común de cultura religiosa en las escuelas y de qué forma se debería impartir. Este elemento está en el debate pero cómo haya de derivar es competencia de Educación. Lo que sí podemos hacer nosotros es poner al alcance del profesorado en general los materiales que elaboramos. Hemos trabajado y trabajaremos para disponer de recursos, lo más modernizados posible, que estén al alcance y que incidan en la formación de niños y adolescentes en materia de diversidad religiosa. Ya hemos hecho materiales didácticos, como un diccionario de las religiones, y elementos que tenemos la intención de poder ampliar. 

 

P: ¿Cómo transmitir esta visión de la importancia de la diversidad religiosa a toda la sociedad?

R: La gente que profesa y es activa en una religión, ya lo sabe. Las entidades que trabajan en relación con las diferentes confesiones, y la gente que participa directamente de estas entidades, ya saben que existe esa diversidad y actúan para que sea más conocida y colaboran mucho entre ellas. Hay mucho diálogo entre las personas que profesan y son activas en su religión. Pero quizá, el conocimiento de esta diversidad no es suficientemente conocido para la gente que no es activa, desde el punto de vista de profesar una fe, o que no creen, para la población general que ha perdido el referente religioso en los últimos años, y estaríamos hablando del 20% de la población catalana. Y conocer realmente qué es lo que une, o cuáles pueden ser los puntos comunes entre los diferentes pensamientos religiosos, ayudaría mucho a romper prejuicios y contrarrestar los discursos en contra de la pluralidad, que desgraciadamente están creciendo en nuestro día a día en el ámbito político. 

Tener más conocimiento de este hecho, de lo que significa, y de la normalidad con que las personas lo viven, ayudaría mucho. Tenemos que hacer difusión y pedagogía.

“No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

Cataluña es el único territorio, aparte del gobierno central del Estado, que cuenta con una institución de las características de la Dirección General de Asuntos Religiosos. / Cedida

P: Un debate habitual en este sentido es el del uso del espacio público por el hecho religioso.

R: La expresión pública de la creencia personal es un derecho. En este sentido, se tiene que garantizar que se pueda ejercer, y que puedan hacerlo todas las religiones, de manera que no haya conflicto entre unas y otras. Creo que esto está bastante aceptado. Quizá tenemos excepciones en algunas poblaciones. Esto lo trabajamos con el alcalde y los responsables políticos correspondientes. Puede pasar que algún elemento, como la ubicación de un centro de culto de nueva creación, pueda crear alguna dificultad. Pero creemos que, a lo largo de los años, las dificultades son cada vez menores. 

Esto quiere decir que la capacidad de los gestores públicos y políticos también ha sido sensible a la diversidad y al hecho de convertirla en un elemento de paz y de integración. Pero, sobre todo, destacaría el gran y rico tejido social que hay en materia religiosa en Cataluña, igual que en el ámbito cultural. Las creencias no dejan de ser un elemento cultural. En cada municipio, comarca y en Cataluña, en general, contamos con una amplia red de entidades que trabajan por voluntad y por iniciativa propia en este diálogo interconfesional. Esto es una gran riqueza y lo es, ante todo, porque, si alguna cosa es relevante en este sentido, es que la población y el país puedan ver mensajes que son unívocos. Es decir, que hay mensajes de unidad en esta diversidad. Esto, con la pandemia se ha podido ver. Por ejemplo, en la aceptación de la vacunación y de la prevención.

Estos mensajes de unidad sobre la necesidad de conocernos más, de que hay unos elementos de paz universales, de valoración de la naturaleza, de ecología y de la calidad de vida, desde la espiritualidad propia, son básicos para que la gente sepa que hay estas diferencias y que no deben tener una incidencia negativa. El papel que se está ejerciendo, y que nosotros potenciamos que se ejerza, es este diálogo entre las diferencias. Si las mismas confesiones saben que deben trabajar por este diálogo, nosotros debemos impulsarlo al máximo. No hablamos de grandes políticas, sino del día a día. Es en estos espacios en los que se demuestra el diálogo y la aceptación.

 

“No estamos en un Estado laico, sino aconfesional, y debemos procurar trabajar con todos los elementos de diversidad, sobre todo en aquello que los une”.

P: ¿Qué se espera desde la Administración por parte de cada una de las confesiones religiosas presentes en Cataluña?

R: En general, lo que ya hacen. Como Administración, en todo caso, lo que tenemos que pedirles es que su actuación en el día a día y sus manifestaciones se hagan de manera responsable. Ya sea en materia de aforos, como se ha visto en la pandemia, como en el reparto de alimentos en la calle. Actuar con responsabilidad en los lugares en los que se ejercite este servicio público, y colaboración, en el sentido de dar a conocer ese mensaje de unidad y entendimiento. Hay unas bases esenciales que son posibles y que todos queremos. En este sentido, el Grupo de Trabajo Estable de las Religiones (GTER) es un modelo de lo que podemos esperar desde la Administración. 

 

P: A veces, la percepción es que las confesiones religiosas han asumido mejor la aconfesionalidad institucional que algunos sectores que siguen queriendo un desplazamiento mucho más agresivo del hecho religioso. ¿Cómo se observa esto desde la Dirección General de Asuntos Religiosos y cuál es el mensaje al respecto?

R: A veces hay situaciones en las que la libertad religiosa no es respetada, ni su significado en el día a día. Cuando esto pasa, debemos aprovechar la ocasión y hacer pedagogía de lo que no tiene que ser. Es decir, convertir estos elementos de negatividad en experiencias positivas en su resolución. 

Volviendo a los datos del barómetro, somos conscientes de que dentro de lo que es el grueso de la población, hay una parte de la sociedad catalana que quizá se siente sin creencias, y también debemos tenerla en cuenta, aunque no es la prioritaria. Cuando pensamos en la diversidad y el diálogo incluimos también a la población que puede pensar que no es la religión lo que se debe potenciar. Nosotros tampoco lo haremos. No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer. Y en esta libertad religiosa hablamos también de creencias, porque la gente que no tiene una creencia religiosa también tiene derecho a poder decirlo. No estamos en un Estado laico, sino aconfesional, y debemos procurar trabajar con todos los elementos de diversidad, sobre todo en aquello que los une. 

“No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

En Cataluña se publican periódicamente materiales sobre el estado de la diversidad religiosa y propuestas sobre cómo gestionarla mejor. / J. Soriano

P: Hace poco se ha presentado la Cátedra de Libertad Religiosa y de Conciencia de Cataluña. ¿Cuáles son las siguientes acciones prioritarias para la Generalitat en materia de protección y fomento de este derecho?

R: La Cátedra de Libertad Religiosa y de Conciencia nos puede aportar conocimiento basado en información más cualitativa sobre cómo está el mapa de la diversidad religiosa y las políticas públicas que se han podido hacer, y en función de esto, darnos una valoración de lo que se ha hecho y poder incidir más en unas políticas y valorar la eficacia de lo que se ha hecho.

Sobre los documentos del Consejo Asesor de Libertad Religiosa, aunque hacemos una valoración conjunta, es el propio consejo el que acaba decidiendo el tema del próximo documento. Nosotros, uno de los temas en los que queremos entrar, aparte de cuestiones de cohesión social, es también en materia de igualdad. Quizá se ha trabajado poco en la visibilidad del papel de la mujer en la religiosidad. Es una de nuestras preocupaciones, el hecho de hacer más visible la religiosidad desde el punto de vista de la diferencia de género. Esta sería una futura acción en la que trabajar.

Otra sería la parte pedagógica. Disponemos de mucha fuerza en materia pedagógica, a veces pensada por las religiones, y, quizá, el reto es también cómo hacer llegar estos elementos de conocimiento a la población en general. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ESPAÑA - “No es nuestra misión potenciar la diversidad religiosa, sino respetarla y garantizar que se pueda ejercer”

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