Hemos perdido la buena parte

Tenemos páginas, webs, blogs, pertenecemos a lugares que nos gustan y hacen bien, hay cosas estupendas. Pero cuando todo esto sustituye al contacto personal entre hermanos y amigos, vamos rematadamente mal.

05 DE SEPTIEMBRE DE 2021 · 10:00

Foto de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@jesuslovesaustin?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Jesus Loves Austin</a> en Unsplash.,
Foto de Jesus Loves Austin en Unsplash.

“Si Dios no está en su fábrica, si Dios no está en su tienda, si Dios no está en su despacho, entonces Dios no estará en su iglesia cuando usted acuda a ella”.

“El evangelio de Jesucristo no es solo constructivo, sino también destructivo, y erradica ciertos elementos de su persona que no deberían estar ahí y que impiden la adoración”.

“Su tiempo debe honrar a Dios, su hogar también, su actividad debe honrarlo, y todo lo que hay en usted debe hacer lo mismo”.

A. W. Tozer

 

“A menudo he sentido el deseo de ponerme de rodillas y pedir disculpas al Espíritu Santo por el modo en que lo ha tratado la Iglesia”.

“Es mejor que confesemos que como humanos tenemos dificultad de comprender a cabalidad lo que Dios ha dicho cuando Él declara que nos ama”.

Charles Spurgeon

 

Hace mucho escuché la historia de una mujer a la que le encantaba ir a unas reuniones  que había por la semana en su iglesia, unas reuniones especiales para ella y muy íntimas. En esas reuniones en las que se juntaban un buen grupo de hermanos y amigos para orar, adorar y contrastar opiniones sobre todo lo que se había compartido durante la semana en aquella iglesia a la que pertenecían.

Aquella hermana era muy especial, y justo el mismo día y a la hora en la que iba a salir para aquella reunión que amaba y disfrutaba tanto, en el mismo momento en el que cerraba la puerta de su casa y se disponía a dirigirse a la iglesia, se le acercó una vecina a la que apenas conocía y que le pidió si podría ayudarla con un problema; tenía que ir a un lugar y su coche estaba estropeado. La protagonista de nuestra historia verídica dudó y luchó consigo misma, pero aquella vecina parecía llevar sobre sí un problema muy grande y accedió con una sonrisa.

Durante el viaje en su coche para ayudar a aquella mujer de la que conocía muy poco, fue enterándose de unas cuantas cosas que desconocía, una enfermedad muy importante del marido de aquella vecina, el agotamiento a todos los niveles que llevaba sobre si y un montón de problemas que se añadían a todo esto; la pobrecita vecina necesitaba ayuda, y necesitaba ser escuchada y recibir unas palabras de cariño.

Cuando hoy volvió a mi mente esta preciosa historia, el Señor tocó mi corazón con mucha fuerza. Sé que en tiempos de pandemia, tal vez aquello, tal y como fue, hoy no podría ser; pero también sé que siempre hay una alternativa para hacer lo que esta hermana hizo.

Me encanta hablar con mis verdaderos amigos, recibir un “buenos días”, aunque en ocasiones contesto por la noche; recibir un mensaje corto personal pensado para mí, y cosas semejantes; pero cuando miro algún medio de comunicación, hoy convertido en red social, y recibo, ya no un devocional bonito o algo parecido, sino auténticos mensajes reenviados y cosas semejantes, no me llegaría toda una tarde para contestar; es entonces cuando me pregunto qué se pretende con todo esto. Mis amigos de verdad son… eso, ¡de verdad! Mis contactos, que son muchos, son otra historia, y me pregunto cuando me queda tiempo para escoger la buena parte. Lo tengo muy claro, mi buena parte la escojo al principio de cada mañana de mi día, y a partir de ahí todo lo demás.

¡Claro que uso redes sociales y distintos tipos de mensajería! Hay cosas que me encanta recibir de mis verdaderos amigos que saben lo que es respetar; no aguanto cuando por ser un contacto me llenan de cosas suyas o no, promociones personales, reenviados de reenviados y mil cosas por el estilo.

Creo que Internet es un arma fabulosa e imprescindible que nos ha ayudado y lo sigue haciendo en estos tiempos difíciles. Pero también tiene su parte negativa y hasta peligrosa. Yo estoy llamada a ser luz y a llevar a otros a la Luz del mundo; estar en contacto con gente buena a la que no podría ver de otro modo; estar al día y enterada de todo lo que puedo. Eso es una cosa, otra es aguantar que contactos me invadan, invadan mi privacidad y mi tiempo para otro tipo de “historias”.

Supongo que todos estamos enterados de todo esto nacido recientemente de oraciones por Facebook, algo tan brutal como… ¡la iglesia de Facebook! La primera vez que vi esto se me pusieron los pelos de punta. Y es ahí cuando me doy cuenta de lo perdida que está mucha de la gente que no sé qué es lo que pretende.

Muchísimos de nosotros utilizamos redes para esparcir el Evangelio, dar un mensaje de aliento; tenemos páginas, webs, blogs… pertenecemos a lugares que nos gustan y hacen bien, hay cosas estupendas... pero cuando todo esto sustituye al contacto personal entre hermanos y amigos, vamos rematadamente mal. Estoy cansada de recibir pedidos de dinero, no para cosas realmente importantes. Personalmente y formando parte de una iglesia, doy todo lo que puedo; pero cuando recibo pedidos para cosas totalmente inverosímiles y de personas que ni conozco o de falta del más mínimo reconocimiento, vuelvo al…. “De gracia he recibido y doy de gracia”.

Y volviendo a algo que personalmente... simplemente no tengo palabras, como lo de la iglesia de Facebook o cosas similares, delante de mi Señor ¡que me enervo!

La Escritura nos enseña con toda claridad que existen las iglesias locales, y todos debemos pertenecer a una, a una sola, y ninguna iglesia es perfecta; pero para eso el Señor nos colocó ahí, para ayudar con nuestros dones, ministerio y ejemplo a que mejore; no olvidando aquello de… “Aunque la iglesia tenga la cara sucia, sigue siendo la novia de Cristo el Señor”. Por otro lado está la iglesia universal constituida por todos los creyentes, en todo lugar y de todos los tiempos.

En Apocalipsis capítulo 3, la Biblia nos muestra siete iglesias que han existido de verdad con un buen mensaje para cada una, que considero extrapolable a las diferentes iglesias a lo largo de todos los tiempos. Me pregunto cuanto sabemos acerca de esto, así como de tantas otras cosas importantes de la Escritura.

Gracias al Señor estamos comenzando a ver la luz del final de la horrible pandemia que nos ha tocado vivir, y gracias a nuestro Dios por las vacunas; aunque creo que nos queda un buen trecho, y esto nos ha obligado a que nuestras reuniones de cualquier tipo sean muchas veces a través de Zoom o cualquier otro modo. Pero siguen existiendo teléfonos, redes de mensajería y miles de cosas para mantenernos en contacto de todo tipo, para hacer lo que hizo la protagonista de la historia del principio.

No me gusta ser negativa cuando escribo o comparto de algún otro modo, ¡no es mi estilo! Pero hay momentos que las cosas llegan a un nivel, lo que es para mí a un modo peligroso en todos los sentidos en los que los pueda observar.

Hoy quiero terminar con una preciosa canción de René González que siempre hace encoger mi corazón.

Siempre en el amor de Cristo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - Hemos perdido la buena parte