El conflicto en la franja de Gaza no ha dejado de aumentar en los últimos días, desde que el Estado de Israel y los milicianos de Hamás y de la Yihad islámica comenzasen a atacarse con bombas el pasado 10 de mayo. Según los datos oficiales, 204 personas han muerto en Gaza, entre ellas 58 niños, y otras diez en Israel, de las cuales dos eran menores.

Los bombardeos en la ciudad de Gaza han provocado grandes destrozos, entre los cuales se cuenta un edificio de catorce plantas que albergaba las oficinas de agencias de prensa y de medios de comunicación internacionales, como AP o Al Jazeera, y que según el ejército israelí también contenía “activos militares de la inteligencia” de Hamás. Desde Israel, calculan que los cohetes lanzados contra su territorio superan los 3.300. 

La comunidad internacional sigue llamando a las dos partes al cese inmediato de la violencia, pero el alto el fuego parece todavía lejano. “La violencia en Israel y Gaza solo perpetúa el ciclo de muerte, destrucción y desesperación, y aleja más del horizonte cualquier esperanza de coexistencia y paz. La lucha debe parar inmediatamente”, ha asegurado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que también ha señalado que están en contacto con las dos partes para lograr un alto el fuego.

Estados Unidos ha frenado hasta ahora una declaración formal por parte de la ONU reclamando el fin de la violencia en la zona, que habían propuesto China, Noruega y Túnez en el Consejo de Seguridad, y que necesita ser aprobada de forma unánime. Sin embargo, en una conversación telefónica mantenida este lunes con el primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, el presidente Joe Biden ha expresado su “apoyo al alto el fuego”, según la Casa Blanca. 

Desde Jerusalén, Netanyahu ha transmitido a los altos mandos del ejército israelí “la orden” de “continuar atacando los objetivos terroristas”. Hamás tampoco se ha mostrado dispuesto a recular en sus peticiones, desde que el pasado 10 de mayo comenzase a disparar misiles contra ciudades de Israel después de los disturbios en el barrio de Sheikh Jarrah y en la Explanada de las Mezquitas, coincidiendo con el fin del ramadán. Estados Unidos también ha pedido a la organización yihadista que detenga “de forma inmediata” los ataques contra territorio israelí.

“Lo que está ocurriendo hace que los evangélicos nos unamos en mayor medida”

Hace unos días, el presidente de la Alianza Evangélica de Israel, Danny Kopp, explicaba a Protestante Digital que los evangélicos del país se sienten “profundamente entristecidos y preocupados por esta erupción de violencia entre israelíes y palestinos”, y también recordaba que hay una “mayoría silenciosa que desea vivir en convivencia” y que “puede ser menos visible que los extremistas que ahora están causando estragos”.

Este medio ha hablado ahora con otra de las principales organizaciones evangélicas de la zona, el Consejo de Iglesias Evangélicas Locales en Tierra Santa, que también es miembro de la Alianza Evangélica Mundial. “Este es un tiempo difícil para los evangélicos en Tierra Santa”, ha explicado el presidente de la entidad y también pastor de la Iglesia Local de Ramala, Munir Kakish. “Lo que está ocurriendo hace que los evangélicos nos unamos en mayor medida”, ha dicho.

Pregunta: ¿Cómo afrontáis los evangélicos en Tierra Santa esta nueva escalada de la violencia?

Respuesta: Este es un tiempo difícil para los evangélicos en Tierra Santa. Por fortuna, en Israel y Palestina hay iglesias evangélicas fuertes que sobrellevan la situación. Pasan mucho tiempo orando por la situación. Hay una iglesia en la franja con la que incluso tenemos fuertes vínculos, aunque estos días es difícil contactar con cualquier comunidad en Gaza. Solo quedan unas pocas personas. Los cristianos que quedan allí son unos 700, y de todas las denominaciones. El resto se han trasladado a Cisjordania. Todos ellos oran por la paz, a pesar de que muchas de las personas que han sido bombardeadas en Gaza son su amigos y sus familiares. Ellos continúan confiando en Dios y rechazan la violencia.

P: ¿De qué manera ha afectado este nuevo capítulo del conflicto en Tierra Santa a las relaciones entre los cristianos evangélicos?

R: Solo ha servido para unir más a los evangélicos. Los evangélicos, ya sea en Cisjordania, en Gaza o en Israel, nos unimos para orar por Tierra Santa. Queremos que más personas conozcan a Jesús.

P: La presencia de los evangélicos en la región puede servir de gran testimonio. ¿Cómo se proyecta la reacción de los evangélicos en el conjunto de la sociedad israelí y palestina?

R: Todos los evangélicos rechazamos la violencia y nos sentimos preocupados en gran manera por el sufrimiento de las personas inocentes. Incidentes como los que están ocurriendo solo hacen que los evangélicos nos unamos en mayor medida.

P: En otros países se observa con mucha atención lo que ocurre en la frontera entre Israel y Gaza, y también se ora por lo que pasa allí. Pero, ¿qué se necesita más? ¿Por qué se debe orar con mayor urgencia?

R: El mundo necesita un héroe que venga y resuelva la situación con justicia para los palestinos y seguridad para ambos pueblos. Es necesario que se formen dos naciones estables, una para los ciudadanos israelíes y otra para los palestinos de Gaza y de Cisjordania. Orad por los líderes políticos de todo el mundo, para que trabajen en esa dirección. Ahora se necesita mucha oración para que la guerra se detenga. Orad también para que Dios supla las necesidades, ya que hemos estado sufriendo las consecuencias de la pandemia del coronavirus durante el último año y ahora la guerra. Y para que nosotros, como iglesias, podamos ayudar a los necesitados.