El Evangelio en la Comunidad extremeña

Félix Vacas casi deja su vida en Santa Marta de los Barros en 1917 donde había vendido numerosos Nuevos Testamentos y Biblias.

12 DE ENERO DE 2017 · 16:36

Iglesia Evangélica de Ibahernando (Cáceres),
Iglesia Evangélica de Ibahernando (Cáceres)

La Comunidad extremeña tiene, entre los orígenes del protestantismo, personajes singulares que dieron testimonio de su fe dentro y fuera de la región. Como en casi todos los lugares de España la evangelización comenzó con los colportores y distribuidores de literatura evangélica. No dejó de visitar Jorge Borrow la región extremeña con aquel Nuevo Testamento de 1837, ni otros colportores como Félix Vacas casi dejan su vida en Santa Marta de los Barros en 1917 donde había vendido numerosos Nuevos Testamentos y Biblias, llegando a celebrar una reunión con más de cien personas. Las fuerzas represoras no se lo perdonarían. Pero Félix Vacas no era un hombre que se dejara amedrentar por un calabozo, seis días casi sin comer y una paliza ejecutada por dos agentes que se sabían muy bien el oficio de torturar. Para rematarlo le afeitarían la cabeza. Tres años después Félix Vacas volvió a Santa Marta de los Barros, instalándose en la población durante un tiempo llegando juntar una congregación permanente, alquilando un lugar donde celebrar los cultos. Uno de los alguaciles que le dio la enorme paliza fallecería y Félix Vacas asistiría a su entierro, logrando con ello la admiración de todo el pueblo.

Dice Juan Bautista Vilar que no dejó de sentirse el impulso evangelizador en Extremadura en los años anteriores a la Revolución del 68 ya que se trabajaba desde Portugal por misioneros británicos. Vilar cita el caso Juan Luna, presbítero de Villafranca de los Barros, no adscrito a ningún credo pero que se enfrentó al obispo por los años de 1850. También el caso de José García Mora párroco de Villanueva de la Vera, quien terminó apartándose de la iglesia de Roma fundando en Plasencia la Iglesia Cristiana Liberal, cuyo órgano de expresión sería el periódico Los Neos sin careta. Era evidente, considera Vilar, que Mora estaba muy por encima de aquel lugar y profesión asignada. Había nacido José García Mora en Plasencia el 21 de abril de 1829, formándose en Salamanca y Valladolid, llegando a ser doctor en Teología y Derecho canónico. Ordenado sacerdote, era párroco de Villanueva, pero sus contactos y actividades llegaban a Madrid como predicador y buen orador polemista ultraconservador, lo que le llevó a ambientes de la corte, en particular del marqués de Salamanca y la inclusión en dos tratados de controversia católica del padre Claret.

Añade Vilar: 

“En 1857, tras el repliegue de los reformistas que acompañó a la caída del progresismo, quedó un agente de la Sociedad Bíblica Escocesa, en Badajoz, principal núcleo difusor de literatura protestante en la zona durante años precedentes. En su correspondencia con el Comité de Edimburgo, lamentaría “...el olvido en que a su juicio -anota Peddie- tenemos en esta ciudad”. Y añade: Para abastecer a Badajoz como se debiera, necesitaremos tener un agente en Elvas, a donde los libros podrían enviarse con facilidad”

Otro de los pioneros nativos de Badajoz fue el sacerdote de Maguilla(Badajoz) Luis Fernández Chacón, del que ya hemos dado referencias de su trabajo como pastor evangélico en Andalucía. Chacón ya había sido separado por sus ideas religiosas disidentes, habiendo sostenido en la Universidad de Sevilla que en Cristo había una sola naturaleza y dos personas. 

En 1879 los misioneros jesuitas que realizaron sus campañas contra el protestantismo en Malpartida (Cáceres) haría recogida de biblias y quemarían en la plaza pública tambibién otros libros sospechosos y novelas inmorales. Dice Revuelta que “la gente cogió tal aborrecimiento a los malos libros que, temiendo ser engañados, llevaban los mejores devocionarios a los misioneros para que los revisase”

Álvaro Agustín de Liaño
Dice Vicente Llorens (Los liberales españoles) que el extremeño, oriundo de Liaños de Barcarrota, en Extremadura, era expatriado de época anterior y que residía en Berlín como bibliotecario del rey de Prusia. Expulsado por ideas liberales y según cuenta Llórente en Revue Encyclopedique, VII (Julio-septiembre de 1820) también por ser de origen plebeyo, según escritores prusianos enemigos suyos. Expone Alberto Zazo Esteban (i)

Nacido de noble familia en 1782, a los dieciocho años ya era carmelita y se había formado en filosofía en la Universidad de Osuna4. Pronto dejó —sin embargo— la Iglesia, y no sabemos qué le llevó a Italia, Francia, Holanda y Viena antes de asentarse —en 1809— en la ciudad de Berlín. Cuidado por el trono prusiano —con el que ya compartía el credo calvinista—, fue nombrado bibliotecario real, después de rechazar el cargo de profesor de idiomas en la universidad. No desdeñó, en cambio, escribir un par de libros sobre la historia de la literatura ibérica. La vida en Berlín, donde se casó y tuvo un hijo, no acababa de gustarle; pero no sería hasta 1822 cuando cambiase de aires —en Neuwied (Renania) se le sitúa a veces, gozando el favor de los príncipes locales; o quizá «vivió ese tiempo entre Suiza y Alemania, siempre acuciado por estrecheces económicas y dificultades sin cuento»—.
Del siguiente cuarto de siglo nace la última controversia crítica: ¿volvió don Álvaro, tan retirado que se le creía muerto, al catolicismo antes de morir realmente hacia 1848? Lo niega el profesor Vilar hasta el punto de asegurar que pasó todo ese tiempo «aferrado más que nunca a sus ideas religiosas y políticas de siempre, ahora hasta límites casi obsesivos, hasta el punto de abandonar casi por completo sus trabajos literarios, afanado en escribir tratados de corte anti romanista y opúsculos contra los para él seudoliberales que gobernaban en Madrid, a quienes invariablemente tachaba de liberticidas». Hubo de atribuirle en falso algún panfleto el profesor alicantino, pues lo cierto es que —como había dicho Hueting— Liaño renegó de la Reforma en 1829, siendo reconciliado por el padre Nussbaum en febrero de 1832. Ese mismo año redactó su pública retractación.

¿Qué religión profesaba? Un folleto que escribió se titulaba: "Projet d'une association religieuse contre le deísmo et le papisme" Lausane en Suisse 1825. Dice Llorens que Liaño escapó a la atención de Menéndez Pelayo como heterodoxo por desconocer este folleto y por haber tenido entre sus manos mucha de la literatura protestante de Europa. Bartolomé J. Gallardo, extremeño también y cercano al protestantismo, citado en "Noticias literarias e históricas" en la Biblioteca del Congreso de Washington, del 20 febrero 1848, dice que " Liaño era carmelita descalzo y colgó los hábitos, llegando a Prusia, y después a Suiza donde vivió estrechamente. Publicó varios escritos, siempre mirando por la honra de nuestro pabellón. Últimamente - dice -parece que se le han tocado los cascos de la mistiquería y está medio turulato" ¿En qué consistía esta mistiquería? No lo sabemos, pero es de sospechar que estuviera relacionada con el protestantismo liberal de entonces o el calvinismo.

Dice Juan Bautista Vilar: "En 1825 hallamos al emigrado extremeño ya instalado en Lausana. En esta ciudad y año daría a las prensas su Projet d'une association religieuse contre le deisme et le papisme, raro folleto que no he podido hallar, (hoy se halla digitalizado) pero cuyo título parece indicar haber asumido, el ex carmelita, un cristianismo reformado, posiblemente calvinista, en consonancia con las creencias religiosas de sus antiguos protectores el rey de Prusia y su hermano, y con la fe dominante en su refugio helvético. Ya en su Répertoire de 1819 Liaño había ensalzado la Reforma y a sus principales protagonistas, en tanto se manifestaba como detractor severo de Carlos V, y en particular de Felipe II y de sus inmediatos sucesores, al tiempo que formulaba los más severos juicios sobre el Pontificado, y muy singularmente sobre León X, tachado de "calamidad para la Iglesia cristiana". Pero también aporta notables y curiosas noticias sobre los hermanos Alfonso y Juan de Valdés, ilustres literatos y maestros de la lengua castellana, y sobre otros antiguos reformistas españoles. Esta obra, que fue muy leída en Alemania, al tiempo que atrajo la atención sobre España, su historia y su cultura, confirmó viejos tópicos de la llamada Leyenda negra antiespañola forjada en el siglo XVI, que ahora emergerá con nueva fuerza en obras tan señeras como Don Carlos y otros dramas de Schiller. 

A. Rodríguez -Moñino (ii), perfila mejor este personaje:

“Incapaz de convivencia con los superiores de la Orden, por graves diferencias originadas, probablemente, por su carácter dado a la fantasía y a las ideas grandiosas en pro de la Iglesia y el Estado, en 1806 fué a Roma para que las Supremas autoridades eclesiásticas le oyesen y para justificarse de las imputaciones hechas por sus adversarios. Quiso allí pasar a los Agustinos, pero éstos no le admitieron y no le quedó otro recurso que aceptar el permiso que se le daba para formalizar su solicitud de secularización; estaba para volver a España cuando se enteró de que le habían precedido ya varios informes diciendo que era enemigo del Papa. Intentó entonces irse a América, deteniéndole la imposibilidad de sufragar los gastos del viaje y, finalmente, determinó pasar a la Iglesia Galicana. 
A principio de octubre estaba en Florencia, en donde se entrevistó con D. Gonzalo O´Farril, grande amigo de su padre, a quien instruyó largamente de sus dificultades y propósitos, sin que éste pudiera hacer otra cosa que aconsejarle la sumisión y la obediencia a sus superiores. Pero la resolución estaba tomada y ayudado económicamente por el Príncipe de Anglona emprendió su viaje. En 1808 se hallaba en Viena y a fines de 1809 le encontramos en Berlín. Erró, pues, Gallardo, al creer que se había expatriado durante la Revolución Francesa. El 10 de enero de 1810, en Berlín, según nota de nuestro representante allí D. Rafael de Urquijo, abjuró “la religión católica para hacerse miembro de la Iglesia Protestante y pronunció un discurso en presencia del consistorio o Cabildo”. “Los profesores Ancillon y Ermanir (sigue diciendo), miembros del Cabildo Protestante, han sido los principales protectores de Liaño, a cuyos buenos oficios ha debido éste la particular distinción de habérsele dispensado de los dos años que por estatuto hubiera debido permanecer en la clase de aspirante, así como también la gracia de haber sido eximido de varios requisitos y preparativos necesarios a todos los extranjeros que intentan hacerse protestantes”. Protegido por la Reina y por el Príncipe Enrique, en los comienzos de 1811 se le nombra Bibliotecario de la Universidad, entablando así relación con los principales literatos: sabemos que el insigne Jacobo Grimm en 1812 sometió a Liaño la lima del prefacio que puso a su Silva de romances viejos. 
Durante la primera emigración liberal (1814-1820) mantuvo correspondencia con Gallardo sobre temas literarios, publicó su importante Repertoire portatif (1820) y parece que intervino en la edición berlinesa de La tía fingida. Sabemos también de sus relaciones durante esta época con el yankee Adams, con el erudito Schmid y con Julius. Por julio de 1822 decae su estrella en la corte y se retira a Postdam, en donde, muy enfermo, escribe cinco cuadernos íntimos que reflejan su pensamiento, sobre todo en cuestiones políticas y religiosas, adverso siempre a la autoridad del Papado.
Con una pensión oficial del rey de Prusia se retira definitivamente de la Corte y se establece en Suiza, publicando en Lausanne un rarísimo opúsculo titulado Projet d’une association religieuse contre le deisme et le papisme du XIX siècle, en Leipzig el tomo I de sus Kritiches Bemerkungen… y en Lieja otro folleto, asimismo de gran rareza: De M. le Vicomte de Châteubriand . Ya había hecho nuevo cambio de religión, a tono con la geografía, pasándose al calvinismo más intransigente. En 1830 sale el volumen II de su obra y dos años después volvió al seno de la Iglesia Católica, acogido por el obispo de Tréveris D. José de Avmmer.
Muchas notas curiosas constan en una larga carta que escribió desde Neu Wied el 24 de marzo de 1844 a su sobrino el Duque de la Roca, de la cual poseemos fiel copia, entre ellas la de la existencia de un hijo suyo. “Este hijo, dice, lo es de mi apostasía que lloro, pero el Señor, que misericordiosamente ha querido enmendar bien mi yerro, ha dado a este joven con grandes talentos y con mucha ciencia, un profundo temor suyo y la convicción profunda que lo hace un exacto católico muy firme y celoso. Es además buen teólogo y sabe para ello las lenguas hebrea y griega.” Añade que querría que viera España. Este hijo se llamaba Enrique de San Agustín Liaño y fue escritor en lengua alemana, viviendo todavía hacia 1890.

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(i) Alberto Zazo Esteban. La «literatura» de la Segunda Reforma española. Tesis doctoral.2015
(ii) Correspondencia inédita de D. Bartolomé José Gallardo (1824-1851) A. Rodríguez    Moñino Revista de estudios extremeños. Tomo XVI, núm. I.1960 

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