Justicia social en contextos de persecución

La persecución siempre vulnera los derechos del perseguido.

13 DE JUNIO DE 2020 · 22:00

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Hoy en día, según los datos del Pew Research Center, 1 de cada 3 personas en el mundo profesa alguna de las formas del cristianismo, lo que significa más de 2.100 millones de personas.  Según Puertas Abiertas y su informe anual de la Lista Mundial de la Persecución, más de 310 millones de cristianos en 73 países de todo el mundo no solo viven bajo altas restricciones religiosas, sino que, además, sufren niveles de persecución alta, muy alta o extrema. Lo que convierte a los cristianos en el grupo social más perseguido del mundo en un contexto internacional donde parece que a nadie le importa esta alarmante realidad.

Pero ¿qué es la persecución hacia los cristianos y cómo se articula?

En Puertas Abiertas, definimos la persecución contra los cristianos como "toda hostilidad traducida en acciones represivas o maltrato persistentes hacia una persona o comunidad motivada por la identificación con la persona de Jesucristo". 

La persecución contra los cristianos se articula en dos vías, que implican diferentes ámbitos. Por un lado, la “violencia” que puede ser corporal o material mediante el castigo físico, la violencia psicológica, las violaciones, la violencia correctora y educativa (campos de reeducación), el secuestro, la destrucción o el expolio de bienes (negocios, propiedades, centros de culto, etc.), el asesinato, el terrorismo de Estado e incluso el genocidio.

Por otro lado, la “opresión” que se mide a través de cinco ámbitos distintos, como son el “ámbito privado” y cómo interfiere la persecución en la conciencia del individuo; el “ámbito familiar” donde el perseguidor busca detener la transmisión de la fe; el “ámbito social” donde una parte de la sociedad o grupo social es la que ejerce la opresión (especialmente potente en vecindarios, aldeas o pueblos socialmente homogéneos); el “ámbito nacional” donde al cristiano se le excluye de la vida pública; y por último, el “ámbito eclesial” referente a la opresión y restricciones que sufren los cristianos como comunidad.

Bien es cierto, que millones de personas viven bajo regímenes autoritarios que atentan deliberadamente contra la justicia social y sufren las injusticias sin ser identificados como cristianos, e incluso que la persecución no afecta exclusivamente a cristianos. Pero es aún más cierto, que bajo dichos regímenes las comunidades cristianas y sus individuos sufren niveles de injusticias y persecución superiores. 

Por lo general, la persecución se articulará a diferentes niveles y con variados actores dependiendo del sistema que regula la sociedad en cuestión y la propia sociedad en particular. Como las sociedades y sus sistemas tienen sus propios conceptos de organización y justicia social, la introducción de las creencias cristianas a través del esfuerzo misionero y evangelizador, pueden alterar por completo toda la escala de valores, de poder y la jerarquía social de una sociedad, así como sus tradiciones, cultura y el mismísimo concepto de dignidad humana. Tal completa alteración puede traer un cambio radical aceptado en una sociedad o provocar una fuerte reacción en contra traducida en persecución. 

Justicia social en contextos de persecución

La persecución siempre vulnera los derechos del perseguido. Los perseguidores pueden levantarse en la propia familia, de entre los conciudadanos, desde grupos o desde la propia sociedad, con o sin el beneplácito del Estado, cuando no es este mismo quien se erige como promotor principal y perseguidor implacable. La persecución por tanto atenta contra la idea central de Justicia Social tan desarrollada en occidente como es la “Igualdad Social”, y por consiguiente contra los derechos, la libertad, la economía y la prosperidad de los cristianos de forma individual y colectiva.

¿Qué entendemos por Igualdad Social? la Igualdad Social es una de las características de los Estados en los que todos sus ciudadanos sin exclusión alcanzan en la práctica la realización de todos los derechos humanos, fundamentalmente los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. La Igualdad Social supone el reconocimiento de la Igualdad ante la Ley y la Igualdad de Oportunidades, dos principios complementarios, de cuyo grado de cumplimiento en la práctica depende el nivel de Igualdad Social que un Estado o sociedad llegue a alcanzar.

Para entender mejor la dimensión de la Igualdad Social debemos definir los dos conceptos que la condicionan. 

Por un lado, la “Igualdad ante la Ley” es el principio que reconoce que todas las personas deben ser tratadas de la misma manera por la ley, reconoce la equiparación igualitaria de todos los ciudadanos en derechos civiles y políticos, y por tanto, debe garantizar que no haya grupos privilegiados ni discriminados por el Estado. 

Por otro lado, la “Igualdad de Oportunidades”, que viene a decir que un sistema que impera en una sociedad es digno y justo para sus integrantes cuando todos tienen las mismas posibilidades de acceder al bienestar social y poseen los mismos derechos políticos. Para que haya igualdad de oportunidades en una sociedad todos los seres humanos desde temprana edad deben tener las mismas opciones de llevar una vida digna y de ser exitosos”. La probabilidad de que una persona sea exitosa y llegue a tener una vida digna aumenta según las oportunidades a las que acceda, es decir, mientras una persona tenga más oportunidades, ésta estará más cerca a ser exitosa en el futuro. 

Justicia social en contextos de persecución

Pero ¿cuáles son estas oportunidades? El banco Mundial identifica cinco aspectos primarios, el acceso a una educación de calidad, atención de la salud, acceso a electricidad, acceso a agua potable y otros servicios esenciales, como puede ser el acceso a internet y otras infraestructuras que facilitan la vida diariamente. Nos atreveríamos a añadir la necesidad de un entorno seguro y estable, y que desde luego, las condiciones de cuna, de estrato social y las creencias religiosas, no sean un menoscabo para prosperar en la vida y alcanzar el éxito.

Para que se alcance la Igualdad Social tienen que cumplirse por consiguiente los dos principios expuestos anteriormente. La persecución contra los cristianos vulnera ambos principios, por tanto, cuanto mayor nivel de persecución se ejerce menor nivel de Igualdad Social experimentarán las comunidades cristianas con respecto al resto de la sociedad, empujándoles hacia una clara desventaja, señalándoles, marginalizándoles e intentando impedir que prosperen para así detener el avance del Evangelio.

Querido lector, tú y yo tenemos parte en esta lucha. Puede que la persecución te quede lejos o puede que ya la estés experimentando de alguna manera. Queramos o no el mundo avanza en este camino, mañana podría afectarnos de pleno en occidente. Así pues, quiero animarte a que te involucres en esta lucha. La visión de Puertas Abiertas es estar al servicio de los cristianos perseguidos por su fe, fortaleciendo a la iglesia en los países donde son oprimidos de tal manera que puedan vivir plenamente de acuerdo con la palabra de Dios. Deseamos cubrir en oración a nuestros hermanos perseguidos y continuar equipándolos para que sigan siendo punta de lanza y el Evangelio continúe avanzando en todo el mundo y definitivamente alcance a toda lengua y nación.

Además, desde Puertas Abiertas queremos invitarte a que participes desde tu congregación y te unas con cristianos de todo el mundo a orar por la Iglesia Perseguida en el “Día Internacional de Oración” (DIDO), que organizamos juntamente con la Alianza Evangélica en noviembre.

Sé parte de la respuesta.

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